El Autor De Mi Historia
- desdelaraiz24
- Aug 20, 2024
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Por muchos años me mantuve lidiando con un problema que afectaba todos los ámbitos de mi vida, aunque en ocasiones no lo veía. Estaba totalmente convencida de que la forma correcta de tratar mi pecado era resistirlo y me dije: “ya eres así, solo tienes que soportarlo”. Entonces, aún dentro de la iglesia estaba con esta lucha interna porque no comprendía la verdad del amor de Cristo que liberta, su evangelio y su nueva naturaleza; la nueva naturaleza que me había estado esperando. Luchaba, porque pensaba que eso era lo que había que hacer. Si leíste el escrito “Bájate de ahí”, ya debes saber que, orgullosa al fin, quería hacerlo yo sola. Estaba siendo totalmente injusta conmigo porque estaba basando mi vida en lo que sentía y no en lo que creía. Por lo que en ocasiones, este tipo de pensamiento me llevaba a vivir por emoción y en muchas otras a luchar contra esas mismas emociones. Era como estar en constante turbulencia, ¡horrible!
Este escrito viene inspirado en dos preguntas que me hicieron hace un tiempo atrás:
—-¿Ya aceptaste a Dios como tu salvador?
Muy segura contesté: Si, claro, soy creyente.
—- ¡Qué bien! Entonces, ¿ya lo aceptaste como Señor y autor de tu vida?
— ¡Ay, amiga! ¡Qué silencio tan incómodo!
He tenido que aprender que Jesús es ambos; Salvador y Señor. Lucas 2:11 lo establece de manera clara: “porque les ha nacido hoy un Salvador que es Cristo el Señor” y ningún creyente verdadero puede discutir eso. No obstante, “Salvador” y “Señor” son funciones diferentes, pero debemos tener cuidado de no dividirlos de tal manera que, a conveniencia, dividamos a Cristo. Las escrituras son especificas en cuanto a este tema y en 1 Corintios 1:13 NTV Pablo, hablado de las divisiones en la iglesia, escribe: “¿Acaso Cristo está dividido en facciones? ¿Fui yo, Pablo, crucificado por ustedes? ¿Fue alguno de ustedes bautizado en el nombre de Pablo? ¡Por supuesto que no!”. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que es posible rechazar a Cristo como Señor y recibirlo como Salvador.
En efecto, hay momentos, hasta temporadas completas en que creemos que la norma para la salvación es aceptar a Jesús como Salvador sin someternos a Él como Señor.
¡Hola, no voy a decir quien era! Quería la bendición de la salvación, sin morir a mi misma un poco cada día. Cristo era mi Salvador, pero YO era mi señor. Y no, no entraremos al reino de los cielos si no nacemos de nuevo. (Juan 5:1-8)
Déjame aclarar que nosotros no hacemos a Cristo Señor; ÉL ES SEÑOR, con nosotros o sin nosotros y quienes no le reciben de esta manera están en pecado y son culpables de conocer la verdad y rechazarla. Si nuestra “fe” acepta su salvación y rechaza su soberanía, realmente somos unos incrédulos. ¡Ouch!, ¡Lo siento!
Pero, ¿La salvación no es para todos? ¡Sí!, Pero, contrario a lo que muchas veces se nos dice, NO es posible ser salvos sin aceptar el señorío de Jesús en nuestras vidas. No lo digo yo, lo dice Romanos 10:9 PDT: “Serás salvo si reconoces abiertamente que Jesús es el Señor y si crees de todo corazón que Dios lo levantó de la muerte.” Esto implica morir a nuestro YO y dejarnos dirigir por Cristo en TODO, así en mayúsculas. Aceptar solo la salvación de Cristo y dejar de un lado todos sus demás oficios es vivir un evangelio a medias que no nos llevará a ser salvos. ¿Es Jesús nuestro Rey?, ¿Estamos sometidos a su señorío?, ¿Lo hemos dejado que gobierne cada aspecto de nuestra vida? Cuando me hice éstas preguntas, mis respuestas fueron “no”, “no” y “no”. Dejar que Dios gobernara mi vida era una pastilla difícil de digerir.
La biblia nos muestra que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva (2 Corintios 5:17 NTV). Lo que me lleva a creer que aceptar a Jesús como Señor es la verdadera profesión de fe. Estoy muy segura de esto, pues si seguimos al Señor verdaderamente, el resultado será obedecer sus instrucciones y obtener un cambio de vida. No obstante, hay que ser autodisciplinado. La palabra disciplina no tiene por qué levantar una bandera de alerta, ni colocarlos en la posición de pensar que ser disciplinado involucra más trabajo. Hay que cambiar la mentalidad y entender que la disciplina trae mayores resultados. Disciplina no es mas que ser discípulo de una idea. Es amor en acción, y el amor no se puede imponer porque sería un autoengaño. Por lo tanto, un verdadero cristiano no se sentirá cómodo viviendo en un pecado que no ha confesado y no ha abandonado. Se renuncia por amor y el resultado será un vida cambiada.

Someternos a Cristo como nuestro Señor, va de la mano con confiar en Él como Salvador. Yo estaba en el grupo de los que aceptan la salvación y los beneficios que podía obtener de Jesús. Ya sabes, pedirle que me vaya bien en la vida, que me sane de alguna dolencia, que me den un aumento de sueldo, que logre tener un carro, trabajar en lo que me gusta, etcétera. Eso no está mal en sí mismo, pero es necesario entender que Jesús nos quiere hacer de nuevo. No es cuestión de maquillarnos, nos quiere construir de cero; quiere que nazcamos de nuevo.
Seguir a Jesús con conciencia me ha costado y entiendo que aun tengo muchas cosas por trabajar. No obstante, me gusta leer frecuentemente Efesios 2:1-10. En este extracto bíblico podemos entender nuestra nueva vida en Cristo. Te voy a dejar la porción por aquí para que la leamos juntas:
“Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. De modo que, en los tiempos futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que nos tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por nosotros, que estamos unidos a Cristo Jesús. Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.”
Efesios 2:1-10 NTV
Amo este pasaje de la biblia. Nos muestra que, dado a nuestra naturaleza caída estábamos separados de Dios, obedeciendo al enemigo de nuestras almas. Establece claramente que merecíamos su ira, pero en su inmenso amor y misericordia nos dio vida junto con Jesús. Me conmueve y me bendice ver como Dios está dispuesto a levantarnos de nuestra condición más desesperada. Solo por gracia, solo con dar el primer paso; creer en Él. No, no lo merecemos, no hay mérito propio, somos su obra maestra y estamos destinados a hacer las buenas obras que Él preparó de antemano para nosotros. ¡Qué Dios tan bueno!
Ya no me interesa ser la autora de mi historia. Soy la misma mujer, pero no la misma persona. Conocí al que tiene autoría intelectual de mi vida y por lo tanto, el que tiene todos los derechos sobre mí. Sí, tengo voluntad para hacer lo que quiera, pero prefiero rendirla a su autor y entregarle el derecho exclusivo de usar su obra voluntariamente. Porque así es esto amiga, es voluntario.
Te dejo con esto que escuché en una prédica recientemente: “creer en Jesús es bueno, es el primer paso. Pero el segundo paso tiene que ver con seguir y para eso, se necesita decisión y compromiso. Porque mientras no tomemos la decisión de seguir a Cristo, seremos simpatizantes, no seguidores”.
Nos leemos luego, amiga. Voy a hacerme un café ☕️
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