El perdón tiene una bifurcación
- desdelaraiz24
- Feb 3, 2024
- 5 min read
Updated: Feb 24, 2024
En la vida hemos escuchado muchas veces que debemos perdonar. Y en efecto, así es, pero no solo es algo que se nos repite con constancia; es bíblico, amiga mía. Por mencionar algunos ejemplos: Mateo 6:12, 6:14-15, 18:21-22, Efesios 4:32, Proverbios 17:9, Marcos 11:25, Colosenses 3:12-13, entre muchos otros.
Dicho esto, ¿estás lista? ¿Te has detenido a pensar en que el perdón puede guiarnos a través de experiencias sumamente agitadas? Sin embargo, la comprensión de éste va más allá de una reconciliación obligatoria, como se sugiere en Romanos 12:18: "Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos." Cuando leo este versículo y veo la frase si es posible, me hace pensar que en ocasiones no lo es.
El versículo anterior nos invita a contemplar la ramificación en el camino del perdón. En un sentido, el perdón puede ser un puente para la restauración de relaciones fracturadas, pero también puede ser una senda hacia la aceptación y la paz interior cuando la reconciliación no es posible.
A veces, la idea de perdonar se asocia directamente con la reconciliación, pero Romanos nos recuerda que no siempre es viable reconstruir relaciones dañinas. Aquí radica la primera bifurcación: reconocer que el perdón no garantiza la restauración total, y está bien.
En casos de abuso, traición o irreparabilidad, el perdón puede manifestarse como un proceso interno, liberándonos del peso emocional y permitiéndonos avanzar. Si, nos hicieron el daño, pero en este caso el perdón es una forma de autocuidado que nos impide quedar atrapados en el ciclo destructivo del resentimiento. Para esto se requiere aceptar el proceso con humildad. Y si, ¡claro que duele, claro que cuesta!
La segunda ramificación es la comprensión de que perdonar no es sinónimo de olvidar. Es bíblico el perdón, pero la Biblia no dice en ningún lado “perdona y olvida". Es lógico, no podemos eliminar selectivamente sucesos de nuestra vida. En otras palabras, nuestra memoria puede ser una aliada en el crecimiento personal, recordándonos lecciones valiosas sin alimentar el rencor. Las escrituras nos alientan a aprender de nuestras experiencias sin permitir que la amargura nos controle.

El perdón es una decisión tomada con la conciencia de obedecer a Dios. Puede que tu ofensor no tenga el deseo de pedirte perdón, incluso puede que no crea que te haya hecho algo malo, pero eso no cambia el deseo de Dios de que perdonemos. Aun cuando tu ofensor no busque reparar el daño que hizo, tú puedes tomar la decisión de perdonarlo. Sí, sé que cuando estamos heridos nuestros sentimientos no quieren cooperar exactamente con lo que nos dicta las escrituras, pero al hacerlo nos acercamos más a Dios y estamos cumpliendo su voluntad.
Cuando ninguna parte de nosotros tiene el deseo de perdonar, ¿cómo podemos abordar el proceso de trabajar en el perdón? Bueno, este tema es demasiado amplio, y como mencioné, no poseo estudios en conducta humana, solo hablo desde la experiencia, y puedo afirmar que el perdón es algo que nos conviene más a nosotros. El perdón mantiene nuestro corazón limpio.
No necesitamos esperar que otros sientan culpa, o vergüenza por la forma en que nos trataron o por lo que nos hicieron. A la larga, eso no le hace bien a nadie. Por lo tanto, si quieres sanar, no puedes esperar a que otro sea el que se arrepienta. Lysa TerKeurst menciona en su libro Perdona lo que no puedes olvidar que nuestra capacidad para sanar no puede estar condicionada a que otro desee nuestro perdón, si no a nuestra disposición de otorgarlo. La realidad es que no todo será justo, pero el perdón es algo que nos ayuda a seguir adelante. Recuerda, seguir adelante no es solo una buena idea, es fundamental.
Piensa en esto. Si ingieres un veneno, ¿a quién le hace daño? A ti, ¿verdad? Entonces si alimentas rencor hacia una persona dentro de ti, ¿a quién le hace daño? Pero ¡Por supuesto, a ti!, ¡te estás dañando tú!
El rencor es un veneno emocional que solo daña a quien lo guarda. El rencor no es algo que tenemos, es algo que nos tiene (Dante Gebel). Así como ingerir veneno tendría consecuencias perjudiciales para tu cuerpo, nutrir el resentimiento afecta tu bienestar emocional, mental y hasta físico. Hay que recordar que, al consumir esta sustancia, tú eres la única persona afectada directamente. Lo peor es que mientras más alimentas esos sentimientos negativos, más difícil puede ser liberarte de ellos. Es como ingerir pequeñas dosis de él continuamente y no podemos otorgarle ese poder de dañarnos. El perdón no siempre arregla las relaciones, pero ayuda enmendar el corazón.
Al estudiar estas dos bifurcaciones, reconozco que el perdón es un proceso variado que puede no siempre culminar en la restauración de relaciones rotas. Sin embargo, al abrazar la dualidad del perdón, nos liberamos para construir un camino hacia la paz y salud emocional y, en ocasiones, reconstruir puentes hacia otros, cumpliendo así el llamado a vivir en paz "en la medida en que dependa de nosotros" (Romanos 12:18). Si leemos un versículo más arriba, nos daremos cuenta que nos exhorta a que si alguien nos trata mal, no le paguemos con la misma moneda. Al contrario, dice que busquemos siempre hacer el bien a todos y más adelante nos recuerda que no debemos buscar la venganza, Dios se encarga… amiga, Dios se encarga, descansa en eso.
Antes de despedirnos, me gustaría que le echáramos un ojito a Mateo 6:12 y 14-15: Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal (12). Si perdonas a los que pecan contra ti, tu padre celestial te perdonará ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu padre no perdonará tus pecados (14-15). No creo que haya mucho que explicar, estos versículos son bastante explícitos. Solo agregaré lo que escuché durante una prédica sobre este tema: “el primer perdón es incondicional, los demás son condicionados a que tú perdones primero”. Espera, ¿que tú me dices? Así es, vuelve a leer los versículos de Mateo y esta frase; márcalos, escríbelos en un papelito o en tus notas, pero no te olvides de esto. El perdón de tus pecados y la salvación de tu alma va por la casa, Jesús pagó el precio para que fuéramos perdonados, pero de ahí en adelante amiga, tenemos que perdonar para que nuestro padre que está en el cielo nos perdone a nosotros. Es duro, ¿verdad? Pero como diría mi consejera después de soltarme sin anestesia una verdad que me confronta: ¡lo siento! 😬
Entonces, ¿a quién realmente le conviene el perdón? Recuerda que estamos trabajando para mantener la compasión, con los demás, sin caer en reacciones descontroladas como las de ellos, como las que hemos vivido o como lo que nos hicieron.
Créeme, perdonar libera. Nosotros solo vemos lo que nuestra mente finita nos permite imaginar, pero estoy segura de que Dios te está construyendo algo que ni siquiera puedes pensar. ¡Confía en que el Dios de la victoria es el mismo que te acompaña en el proceso!
Sé que este tema puede ser abrumador, así que por hoy lo podemos dejar hasta aquí, ¿te parece? Voy a hacerme un café. ☕
Comments